Archive for juny, 2009

Por qué decir no al macrovertedero de LLanera

Un movimiento cívico amplio comienza a emerger con fuerza de las entrañas de una serie de comarcas que algunos creían muertas. Cientos personas de la Canal de Navarrés y La Costera han comenzado a movilizarse frente a la decisión unilateral del Consistorio de Residuos –competente desde 2007 en la gestión de los mismos- en ubicar un macrovertedero en la localidad de Llanera de Ranes.

En algún sitio se tiene que dejar la basura, es cierto, y es el principal argumento que esgrimen los partidarios del citado vertedero. Lo intolerable es, sin embargo, que dicha instalación acogería los residuos –no sólo orgánicos, sino de todo tipo- procedentes de La Vall de Albaida y La Safor (con Gandía y Oliva como puntas demográficas, sobre todo en verano), comarcas que no han tenido nada que ver con las dos primeras, ni histórica ni social ni geográficamente hablando. Así, la planta albergaría una carga anual de 180.000 toneladas de residuos, procedentes de más de 400.000 habitantes, con una extensión de unas 330 hanegadas (unos 40 campos de fútbol). Eso es lo intolerable. Alrededor de 16.000 camiones anuales repletos de basura circularían por la carretera de Alcudia.

También es cuestionable la forma en que dichos residuos se tratarían. La basura sería simplemente enterrada en un socavón bajo tierra, lo que generaría, según la asociación ecologista de Enguera, ADENE, sustancias tóxicas, tanto en estado sólido, y líquido como gaseoso. El olor, por otro lado, a pesar de que sería reducido por la tecnología, no sería eliminado y, en días lluviosos o con viento de levante, llegarían hasta cinco kilómetros a la redonda. Los problemas sanitarios, serían otra fuente de problemas.

También están las cuestiones –fundamentales- de la agricultura y el turismo, actividades a todas luces afectadas por el macrovertedero. En primer lugar, los terrenos cultivables a un radio de varios kilómetros dejarán de ser válidos para ello, por el olor y el deterioro ambiental de la zona. En segundo lugar, el turismo, fuente principal de recursos de la Canal de Navarrés (sobre todo para Anna, con la Albufera como estandarte), se vería fuertemente dañado, sobre todo por el impacto visual que supondría la planta de eliminación. Nada desestimable es también otra razón de fuerte peso: justo debajo de donde se proyecta el macrovertedero existe uno de los acuíferos más ricos de toda la Península. La filtración de los lixiviados –sustancias líquidas cancerígenas que desprende la basura- podría mezclarse con el agua y despotabilizarla, contaminando otra fuente de riqueza natural y privando de ella a la ciudadanía.

En conclusión, la decisión del Consorcio ha sido, una vez más, debida sobre todo a intereses económicos y técnicos, sin respetar los sociales, que son los que, fundamentalmente, deberían importar: la gente. Ni el terreno es el primordial, como ya se ha visto, ni la zona es la ideal, ni la envergadura que pretende abarcar es la adecuada. La estrategia, por lo tanto, es obvia, y resalta por qué los socialistas de La Safor son partidarios de esta ubicación: colar a una zona con escasa densidad de población y pocas ansías de reivindicación, un macrovertedero que sea el centro de deshechos de zonas turísticas internacionales, de sol y playa, como son Gandía y Oliva. Una vez más, detrás de todo esto, el inefable Alfonso Rus, presidente de la Diputación, despreocupado ya de un cargo como alcalde en Xátiva que se le queda pequeño al lado de los intereses que posee por el otro.

Aún así, estamos asistiendo a un movimiento social inaudito en nuestras comarcas. En La Costera y La Canal, focos tradicionales de inmovilismo, se ha constituido una Plataforma cívica, independiente de cualquier poder político, con la información de la población como prioridad. No sólo rechazamos la instalación del macrovertedero en nuestra zona, sino en cualquier zona. Los vertederos son necesarios, pero el actual modelo es desproporcional y sólo beneficia a las grandes ciudades. En las zonas rurales desechamos ser el estercolero de la urbe, y por eso promovemos plantas de tratamiento y eliminación a nivel comarcal. A lo sumo, este vertedero debería abarcar, para ser sostenible socialmente, tan sólo las comarcas de La Canal de Navarrés y La Costera, y desengancharse así de Albaida y La Safor, zonas ajenas a nuestro desarrollo.

www.noalmacrovertedero.wordpress.com

¿Qué pasa y qué podría estar pasando en Irán?

Una nueva revolución –parecen haberse puesto de moda- colorida asola ahora Irán y todos los medios se hacen especial relevancia de ello –quizás, sobredimensionándolo-. Lo importante, es que son esos medios de comunicación occidentales los que prácticamente han obviado la presunción de inocencia y se han puesto claramente del bando de Musavi, el líder reformista, frente a Ahmadineyad, pese a que a penas hay indicios para ello.

Una vez más, la maquinaria revolucionaria de sillón –consistente en que numerosos ciberactivistas de países occidentales apoyan desde sus casas, sin movilizaciones físicas, las consignas pro-Musavi- se ha puesto en marcha. Pero lo importante es ver que puede haber detrás de todo ello. En primer lugar, cabe destacar que se trata de una revolución promovida por la clase media-alta iraní, que reclama liberalización del comercio y mayor posibilidad de acumular recursos, frente a las clases populares, que apoyan en masa a Ahmadineyad, pidiendo pan para llevarse a la boca. Ahora bien, ni uno ni el otro son excesivamente partidarios de la libertad, si bien es cierto, puesto que no se salen de la teocracia semi-represora de los religiosos del régimen iraní.

Pero es en eso último donde radica el problema. Recientemente, observamos en la prensa comercial del mundo occidental una tendencia peligrosa y cada vez más extendida a obviar el modo de funcionar de otras culturas y, por lo tanto, su modo de funcionamiento diferente, llegando a promover proclamas de ingerencia en dichos territorios. NO es extraño oír de la boca de cierta tertuliana –socialista, además-, que “hay que llevar a cabo una occidentalización de Irán”. Y ahí es donde radica el problema de la prensa de los países teóricamente libres. En medio de la globalización convocan a la “homogeneización totalitaria”, que diría Marcuse, fijando como ideal el del propio país, y olvidando que el resto de países tienen sus propios procesos, sus propias culturas, independientes. Bajo el lema de la “normalidad” se esconden intereses crear un territorio mundial que abogue por la uniformización de pensamiento y ahogue la diversidad, paradigma de la riqueza intelectual.

Pero volviendo al hilo central, que es la mini-revolución iraní, cabe destacar que EEUU lleva 30 años intentando derribar al gobierno de dicho país. De sobra es conocida las “ganas de guerra” que la superpotenia mundial le tiene a Irán, por su retórica anti-imperialista (encabezada sobre todo por Ahmadineyad), sus juegos nucleares o la posesión del petróleo. En 1980, la administración estadounidense empujó a Sadam Hussein a atacar al país, desatando una terrible guerra. Más tarde, viró de estrategia y se propuso su derrocamiento para colgarse la medalla de derrumbar dictadores. Por otro lado, se tiene constancia de los programas norteamericanos para “promover la democracia” en Irán. En 2006, por ejemplo, asignó más de $66 millones de dólares a este fin, incluyendo a medios de comunicación, visitas e intercambios… Para 2008, el entonces Presidente Bush pidió unos 100 millones de dólares para el programa Intervenciones de este tipo contribuyeron de forma importante a las “revoluciones de colores”, en Ucrania y Georgia, así como la llamada revolución de los cedros en el Líbano. Todo esto ayuda a explicar el entusiasmo de los medios occidentales hacia las movilizaciones en Irán.

Eso explica como, mientras el asesinato en masa de indígenas en Perú a penas ha encontrado cabida en la prensa española, por ejemplo, a dicha revolución se le da una sobredimensión que excede la veracidad electoral en el país. Y es que, aunque pueda parecer conspiranoico, existe una red internacional de espías, encabezada por la CIA, alrededor de cuyas decisiones tienen cabida muchas de las guerras que nos asolan, muchas veces patrocinadas por los propios medios de comunicación que, con su agenda setting, priman los acontecimientos por los que recibirán pagos más o menos sustanciosos por parte de las administraciones políticas.

Canal 9: el NODO valenciano

Todos los investigadores de la comunicación franquista destacan al NODO como uno de los más poderosos propagandísticos –sino el mayor- del régimen. Se trataba de un mini-informativo, con noticias muy particulares, encabezado por la frase “la información mundial al servicio de los españoles”. Esa “información mundial” que se vanagloriaba en ofrecer antes de cualquier proyección en los cines, a penas mostraba una o dos noticias, siempre nacionales, siempre protagonizadas por el Caudillo. Ahora bien, a nadie se le permitía entrar después de su emisión, se consideraba sagrado y, por tanto, constituía un poderoso instrumento de adoctrinamiento, al mostrar un punto de vista muy subjetivo y desenfocado de la realidad española.

El NODO murió con Franco, pero algunas de sus tendencias y prácticas han continuado y continúan en algunos medios audiovisuales del país. Sin irnos más lejos, algunas televisiones públicas provinciales ejercen de auténticas correas de transmisión de las medidas e ideologías de los partidos gobernantes en dichos territorios. Hablamos de Telemadrid, pero también de Canal 9, la televisión autonómica valenciana.

Y es que el presidente valenciano, Francisco Camps, es el nuevo Franco para los informativos de Canal 9. Si bien una de las características del viejo NODO eran las continuas noticias superfluas sobre inauguraciones de pantanos diversos por parte del Generalísimo, notificamos en Canal 9 la misma proporción de superficilidad, así como un alto grado de noticias copadas por la imagen de Camps. Todo lo que inaugura es susceptible de ser noticia, potenciando con ello una imagen positiva del líder, siempre sonriente y con sapiencia de done se encuentra la cámara en cada momento.

Pero lo más escandaloso de todo ha sido la completa omisión de cualquier imputación del presidente en la trama Gürtel, un instrumento de manipulación al servicio de la Consellería, totalmente permisiva con dichas prácticas beneficiantes. Papel determinante también han tenido los servicios informativos –presididos por Pedro García, amigo íntimo de Camps-, en las sucesivas victorias –regionales, nacionales y europeas- del Partido Popular, a pesar de los continuos casos de corrupción (Carlos Fabra, Costa, Camps, etc.) o las protestas masivas contra algunos consellers por sus prácticas inefables, como el de educación, Alejandro Font de Mora. Y es que basta con observar un telediario para darse cuenta de la gran primacía que las informaciones casi institucionales, todas del PP, gozan de primacía ante el resto de partidos políticos.

La unidireccionalidad de los mensajes propugnados por esta cadena pública va más allá, en un adoctrinamiento enraizado en la tradición más abiertamente anti-catalana, de naturaleza blavera –corriente nacida de los valencianos nostálgicos de la minorización del valenciano durante el franquismo-, utilizando una lengua considerada por todos los filólogos como totalmente inadecuada, llena de barbarismos e interferencias castellanas. Por otro lado, sorprenden noticias como las listas elaboradas dentro del medio, con una serie de palabras terminológicas que no deben usarse por ser consideradas “demasiado catalanas”, pero que en realidad, consultando cualquier diccionario, las propuestas resultan ser meros sinónimos e incluso a veces palabras inadecuadas de nuevo, a otras que realmente son valencianas (lo que demuestra su carácter de dialecto catalán sin duda alguna).

Otras de las listas de las que tenemos noticias son de aquellas en las que se señalan las posibles personas que podrían no ser afectas al PP, lo que supondría una automática purga mediante algún mecanismo rocambolesco para evitar sanciones. Ese es verdaderamente el gran drama para la democracia valenciana: el hecho de que ningún organismo sancionador del audiovisual tenga capacidad para actuar sobre los comportamientos dictatoriales de algunas cadenas públicas de televisión. A la espera quedamos todos de ese plan que Rodríguez Zapatero anunció ya tiempo y que parece no llegar nunca, en forma de nueva ley del audiovisual.

El funcionamiento orwelliano de la inspección educativa valenciana

En 1984, George Orwell creó una utopía negativa de una sociedad dominada por el Gran Hermano, una figura a medio camino entre el particular comunismo entendido por Stalin, el fascismo y la dictadura capitalista que puede llegar a ser la sociedad del mercado, con individuos totalmente alineables y decididamente manipulables para ejercer la pieza de engranaje que hace falta para que la sociedad funcione. Es decir, una vuelta de tuerca a la utopía de todas las utopías, aquella que escribió en su día el también libertario Adolf Huxley. Con Un Mundo Feliz, describió a los seres humanos como embriones preselccionados y dispuestos para cumplir una función especializada en la sociedad, a cambio de una ignorante felicidad.

Todo esto nos desvía del tema principal del artículo de hoy, que no es otro que la kafkiana organización de la inspección educativa en el País Valenciano, el de los presidentes imputados, el de los apellidos y nombres con C de corrupción (Costa, Camps, Carlos Fabra, etcétera). Y es que en los últimos meses, cientos de directores de colegios o institutos valencianos que esperaban ser renovados en su cargo han visto como aplacables inspecciones han puesto en peligro no sólo su situación futura, sino la de los centros públicos a los que pertenecen, que parecen afrontar el verano sin nadie que los comande, a la deriva.

Es el caso del director del IES Eduardo Palop, de Enguera, Virgilio Perona. Tras veinte años ejerciendo el cargo, con numerosas medallas a su labor en la integración de inmigrantes y la acogida de nuevas tecnologías y el apoyo tanto de los padres de los alumnos y las alumnas como del profesorado, un informe acusándole de delitos menores (unas obras que se excedieron en 27 metros cuadrados, en las tierras por excelencia del pelotazo urbanístico) parece poner en tela de juicio su continuidad. Fuertes sospechan levantan sus desavenencias –principalmente ideológicas- con el alcalde de la localidad, el popular Santiago Arévalo; o los reiterados intentos de la exconcejala de cultura de Enguera, también profesora, por destronar a Perona.

No es el único caso, como ya se ha dicho. Batiste Malonda recibió idéntico expediente, incoado por el hecho de colocar boca abajo la imagen del conseller de educación, conocido popularmente como Alexander Fountain of Blackberry por su empeño en la impartición de Epc en inglés. Por su parte, la institución de la inspección educativa, con la fuerte responsabilidad de evaluar la gestión de los centros y facilitar el correcto funcionamiento del sistema, recibe también sus críticas. Desde que con la llegada del Partido Popular al poder de la Comunidad, se depurarán cientos de inspectores aprovechando un cambio de ley, los sindicatos educativos denuncian malas prácticas en la elección de las plazas que, en lugar de ser mediante concurso-oposición, son más bien a dedo.

Al parecer, la inspección educativa es el Gran Hermano del Consell valenciano, utilizado para controlar ideológicamente a los centros educativos y fomentar la unidireccionalidad de pensamiento, como bien pronosticaría Orwell. Las depuraciones de directores se suceden y nada parece poder detener a un consejero aferrado con uñas y dientes a su cargo, ni siquiera la más multitudinaria marea amarilla.